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De arciprestes y buenos amores: Ambigüedad y trascendencia de <<El libro de buen amor>>.

El Libro de buen amor es una de las obras más importantes de la literatura castellana. A pesar de su lejana fecha de composición, es un libro muy vivo que levanta pasiones y genera controversia, quizás por la ambigüedad con la que el Arcipreste de Hita la escribió.

La obra se adscribe al Mester de clerecía , obras medievales compuestas por clérigos en cuaderna vía, muchas de ellas con un propósito edificante.

El carácter moralizante de El Libro de buen amor no está tan claro ya que alterna los textos doctrinales con episodios amorosos bastante escandalosos, de ahí la ambigüedad a la que antes nos referíamos. Sin embargo, el autor insiste mucho en la interpretación que el lector debe de darle: quien lo lea literalmente se quedará con el amor carnal, pero quien profundice un poco más encontrará el amor de Dios.

Un episodio muy conocido es la Disputa entre griegos y romanos, donde se narra la ‘’lucha’’ de los romanos por conseguir las leyes de los griegos. Estos no querían dárselas porque pensaban que no las entenderían, así que de decidieron hacer una disputa por señas, pero ambos entendieron cosas distintas, un ejemplo perfecto de la diversidad de interpretaciones que el libro del arcipreste puede recibir.

Esa pluralidad de significados está también recogida en los prólogos que encabezan el libro, en prosa y ,luego, reformulado en verso, en el que defiende una enseñanza divertida, asumiendo el docere et delectare horaciano.

Tú, Señor Dios mío, qu'el omen crieste,

enforma e ayuda a mí, el tu açipreste,

que pueda faser un libro de buen amor aqueste,

que los cuerpos alegre, e a las almas preste.

El axenuz de fuera más negro es que caldera,

es de dentro muy blanco, más que la peñavera,

blanca farina está so negra cobertera,

azúcar negro e blanco está en vil cañavera.

Sobre la espina está la noble rosa flor, en fea letra está saber de grand doctor; como so mala capa yaze buen bebedor, ansí so el mal tabardo está buen amor.

El arcipreste nos deja claro que detrás de algunas historias escandalosas que nos hablan del amor carnal podemos hallar la pureza de un aprendizaje de acuerdo con los preceptos de la Iglesia.

Muchas de aquellas primeras historias las encontramos en textos de carácter misceláneo, es decir, variado. El Arcipreste aparece como protagonista en muchos de ellos y en otras ocasiones escucha las historias referidas por otros, como el Enxiemplo de los dos peresosos que querían casar con una dueña, presentado a modo de aviso por Don Amor, personificación del amor carnal. Estas historias casi se pueden leer como textos independientes, divertidísimos episodios intercalados en las desventuras amorosas del arcipreste.

457

Desir t'he la fasaña de los dos peresosos

que querían casamiento e andavan acusiosos;

amos por una dueña estavan codiçiosos

eran muy bien apuestos e verás quán fermosos.

458

El uno era tuerto del su ojo derecho,

ronco era el otro, de la pierna contrecho,

el uno del otro avía muy grand despecho.

Coydando que tenían su casamiento fecho.

459

Díxoles la dueña que ella quería casar

con el más peresoso e aquel quería tomar;

esto desíe la dueña queriéndolos abeitar.

Fabró luego el coxo, coydose adelantar.

460

Dixo: 'Señora, oíd primero la mi raçón:

'Yo soy más peresoso que este mi compañón:

'por peresa de tender el pie fasta el escalón

'caí de la escalera, finqué con esta lisión.

461

'Otrosí, yo pasava nadando por el río,

'fasía la siesta grande, mayor que ome non vido;

'perdíame de sed; tal peresa yo crío,

'que por no abrir la boca de sed perdí el fablar mío.'

462

Desque calló el coxo, dixo el tuerto: 'Señora,

'chica es la peresa que éste dixo agora,

'desir vos he la mía, non vistes tal ningund hora,

'nin ver tal la puede ome que en Dios adora.

463

'Yo era enamorado de una dueña en abril;

'estando delante ella, sosegado e muy omil,

'vínome desçendimiento a las narises muy vil,

'por peresa de alimpiarme perdí la dueña gentil.

464

'Mas vos diré, señora, una noche yasía

'en la cama despierto, e muy fuerte llovía,

'dávame una gotera del agua que fasía,

'en el mi ojo muy resia, a menudo fería.

465

'Yo ove grand peresa de la cabeça redrar,

'la gotera que vos digo, con su mucho resio dar

'el ojo, de que soy tuerto, óvomelo de quebrar;

'devedes por más peresa, dueña, conmigo casar.'

466

Non sé,' dixo la dueña, 'd'estas peresas grandes,

'quál es la mayor, d'ellas ambos pares estades,

'véovos, torpe cojo, de quál pie cogeades,

'veo, tuerto suçio, que siempre mal catades.

467

'Buscad con quien casedes, que la dueña non se paga

'de peresoso torpe, nin que vilesa faga.'

Por ende, mi amigo, en tu coraçón non yaga,

nin tacha nin vilesa, de que dueña se despaga.

Frente a esos avisos sobre cómo triunfar en los amores carnales, encontramos los textos doctrinales, que pretenden enseñar valores y siguen un conjunto de ideas religiosas. Un claro ejemplo son Los Gozos de Santa María, que como su título indica, constituyen una oración dedicada a la virgen.

En esa línea edificante cabe destacar episodios como Cómo el amor vino al arçipreste, et de la pelea que con él ovo el dicho arçipreste en el que el arcipreste ataca a ese amor personificado, criticando las consecuencias que tiene el loco amor.

182

Con saña que tenía, fuilo a denostar:

díxel': «Si Amor eres, no puedes aquí estar,

eres mentiroso, falso en muchos enartar,

salvar non puedes uno, puedes çient mil matar.

183

Con engaños et lisonjas, et sotiles mentiras

emponçoñas las lenguas, enerbolas tus viras,

el que mejor te sirve, a él fieres, quando tiras,

párteslo del amiga al omen que aíras.

184

Traes enloqueçidos a muchos con tu saber,

fáseslos perder el sueño, el comer, e el beber,

fases a muchos omes tanto se atrever

en ti, fasta que el cuerpo e el alma van perder.

Y, alternados con este tipo de textos, encontramos episodios amorosos, en los que el arcipreste suele ser rechazado. Sí que alcanza el éxito en el episodio de los amores de don Melón y doña Endrina, una adaptación de la comedia elegíaca latina Pamphilus del siglo XII, en el que el decoro religioso obliga a utilizar los nombres frutales en los protagonistas. Cuenta la historia de Doña Endrina, una rica viuda, y Don Melón (nombre que adopta Juan Ruiz), un hombre interesado en ella que acude a la alcahueta Trotaconventos en busca de ayuda. Esta engaña a ambos para que Don Melón crea que su amor es correspondido e intenta convencerla a ella mediante buenas palabras. Cuando lo consigue, planea un encuentro entre los dos en el que se enfadan con Trotaconventos al descubrir lo que había tramado. Sin embargo, se casan, ayudando a la viuda a lavar su imagen.

Y esta historia... ¿No os recuerda a otra gran obra de la literatura medieval?

La estructura y los personajes se parecen tanto a La Celestina que hay teorías que insisten en que Trotaconventos es el antecedente claro de Celestina. Efectivamente, las dos son unas alcahuetas interesadas, mentirosas, indiscretas y manipuladoras, que siempre obtienen lo que quieren, a pesar de que Celestina es un personaje de personalidad más fuerte.

Al igual que Calisto, Don Melón es el enamorado que pone a la muchacha por delante de Dios, y, como a Doña Endrina, a Melibea también le cuesta desarrollar sus sentimientos por el otro, dominada por las convenciones sociales. Pero, en este caso, el amor no acaba de forma trágica.

En definitiva, la conclusión a la que hemos llegado después de haber recorrido este magnífico libro es que su vigencia y modernidad para el lector actual tiene mucho que ver con la deliciosa ambigüedad con la que el autor lo concibió y que garantiza que cada lector encuentre en él algo de su agrado.


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