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El Cid campeador. Historia y leyenda.

En este trabajo vamos a hablar sobre la figura del Cid (don Rodrigo Díaz de Vivar) y de cómo su historia real se ha convertido en la leyenda del mayor de los héroes de la épica española.

EL CID HISTÓRICO.

Rodrigo Díaz de Vivar nació en Vivar en 1043,y fue hijo de Diego Laínez, descendiente del semilegendario Laín Calvo. Quedó huérfano a tierna edad, con lo que fue educado junto a Sancho, Hijo del rey Fernando I de Castilla.

En el año 1072, debido a difíciles circunstancias, el hermano de Sancho, Alfonso VI, subió al trono a la muerte de este. En aquella época, fue cuando el rey dio en matrimonio a su sobrina, doña Jimena, al afortunado alférez llamado Rodrigo, (nombrado en este cargo en 1065) en el año 1074.

Debido a a un inoportuno suceso, el rey Alfonso se ve obligado a desterrarlo en 1081. Gracias a su astucia consiguió en una especie de mercenario, que se ponía de parte de quien le pagara más. Así fue como durante la temporada que estuvo al servicio al-Muqtadi recibió el sobrenombre del “Cid”, derivado del vocablo árabe sid (señor).

En 1086, la derrota de Alfonso VI frente a los almorávides en Sagrajas propició la reconciliación del monarca con Rodrigo Díaz. Aún así a los 3 años, en 1089, lo vuelven a desterrar a causa una nueva disensión con Alfonso VI. A partir de entonces fijó su expectativas hacia el este, donde se encontraba Valencia, y dispuso su asedio. El 15 de junio de 1094 el Cid entró en Valencia.

A los pocos años, el 10 de julio de 1099, murió en Valencia, la cual sería conquistada por los almorávides al poco tiempo aprovechando la ausencia del Cid.

EL CID LITERARIO.

La historia del Cid Campeador también cuenta con una versión legendaria de los sucesos, siendo primero transmitida por los juglares, convirtiéndolo en parte del mester de juglaría, para luego ser pasada al papel por diversos copistas, siendo la copia más antigua hallada la escrita por Per Abbat.

Al igual que otros textos de narrativa épica, este cuenta con versos de arte mayor divididos por una pausa llamada cesura. No obstante, ciertas peculiaridades convierten a este poema en una obra singular, como una mayor profundidad y calor humano en sus personajes, frente a los caracteres planos de la mayoría de composiciones de la época.

La historia del poema está dividida en tres cantares: Cantar de Destierro, Cantar de Bodas y Cantar de la Afrenta de Corpes.

Cantar de Destierro.

El Campeador es desterrado de Castilla debido a las mentiras de ciertos enemigos, que parece que le habían acusado de robo de bienes del Rey. Así, es desterrado del Reino, y con gran pesar, el Cid sale de Burgos seguido por sus leales.

Según otra versión del destierro, que encontramos en los romances, el Cid es desterrado tras exigir a Alfonso VI que jure no haber tenido nada que ver en la muerte de su hermano.

En Santa Gadea de Burgos do juran los hijosdalgo, allí toma juramento el Cid al rey castellano, sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo. Las juras eran tan recias que al buen rey ponen espanto.

—Villanos te maten, rey, villanos, que no hidalgos; abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo; traigan capas aguaderas, no capuces ni tabardos; con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; cabalguen en sendas burras, que no en mulas ni en caballos, las riendas traigan de cuerda, no de cueros fogueados; mátente por las aradas, no en camino ni en poblado; con cuchillos cachicuernos, no con puñales dorados; sáquente el corazón vivo, por el derecho costado, si no dices la verdad de lo que te es preguntado: si tú fuiste o consentiste en la muerte de tu hermano.

Las juras eran tan fuertes que el rey no las ha otorgado. Allí habló un caballero de los suyos más privado: —Haced la jura, buen rey, no tengáis de eso cuidado, que nunca fue rey traidor, ni Papa descomulgado. Jura entonces el buen rey que en tal nunca se ha hallado. Después habla contra el Cid malamente y enojado: —Mucho me aprietas, Rodrigo, Cid, muy mal me has conjurado, mas si hoy me tomas la jura, después besarás mi mano. —Aqueso será, buen rey, como fuer galardonado, porque allá en cualquier tierra dan sueldo a los hijosdalgo. —¡Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado, y no me entres más en ellas, desde este día en un año! —Que me place —dijo el Cid—. que me place de buen grado, por ser la primera cosa que mandas en tu reinado. Tú me destierras por uno yo me destierro por cuatro.

Ya se partía el buen Cid sin al rey besar la mano; ya se parte de sus tierras, de Vivar y sus palacios: las puertas deja cerradas, los alamudes echados, las cadenas deja llenas de podencos y de galgos; sólo lleva sus halcones, los pollos y los mudados. Con el iban los trescientos caballeros hijosdalgo; los unos iban a mula y los otros a caballo; todos llevan lanza en puño, con el hierro acicalado, y llevan sendas adargas con borlas de colorado. Por una ribera arriba al Cid van acompañando; acompañándolo iban mientras él iba cazando.

Al llegar a Burgos nadie le quiere dar asilo, y entonces una niña le informa de que el Rey había dictaminado que nadie podía ayudar a Rodrigo por pena de sufrir el mismo destino. Así que deciden acampar en unos terrenos cercanos a la ciudad. Allí se les une Martín Antolínez, quien le ayuda con el asunto económico engañando a los dos judíos Raquel y Vidas, entregándoles dos arcas llenas de arena, en las que aseguraba que se encontraban grandes riquezas, y que por la imposibilidad de su transporte, cambiaban por dinero en efectivo. Los inocentes, creyéndose ricos, aparte de los 600 marcos convenidos en el trato, le regalan al Campeador 30 más por confiar en ellos.

El Cid, antes de su partida definitiva de Castilla, visita por última vez a su mujer e hijas, y le entrega 150 marcos a los monjes de la abadía donde ellas se hospedaban en pago de los servicios que iban a necesitar.

Antolínez vuelve de Burgos con 100 soldados más y la última noche que pasan en Castilla el dueño de Tizona soñó con el arcangel san Gabriel, quien le animó a seguir su camino.

Después de esto decide conquistar Alcocer, en Zaragoza, luchando contra el rey moro de Valencia. Tras su victoria, envía 30 caballos de su botín al rey, pero este sigue sin perdonarle.

Luego en Barcelona derrota al Conde de aquellos lugares y le hace prisionero. Este se niega a comer y a pesar de que le promete la libertad este se niega. Al final le libera pero se queda con todas sus pertenencias, y el Conde se despidió del Cid para siempre.

Cantar de las Bodas.

El Cid se dirige a Valencia, va conquistando los territorios y después de tres años en guerra conquista la ciudad. Manda a su vasallo Minaya Alvar Fáñez, que le pida al Rey que deje salir a Jimena de Castilla, para ir en su encuentro. El Rey entusiasmado por la conquista, perdona al Cid y a sus vasallos y, le concede su petición.

Minaya va en busca de Jimena para llevarla a Valencia, pues el Cid debe permanecer en ella para defenderla y heredarla.

Minaya llega a San Pedro, el abad manda recuerdos al Cid. Empiezan el camino hacia Valencia con las hijas y Jimena. El Cid manda a Muño Gustioz, a Pedro Bermúdez y a Martín Antolínez al encuentro de Minaya y su familia, éstos llevan una carta del Cid para su amigo el moro Avengalbón que vive en Molina, para que éste acoja a su familia y vasallos. Pasan por Medina y llegan a Molina donde Avengalbón da un buen recibimiento a Minaya y la familia del Cid. Después el Cid envía a 200 caballeros al encuentro de Minaya.

El rey de Marruecos, Yucef quiere reconquistar Valencia. Se toca la campana como alarma. Mueren 500 hombres y al día siguiente el obispo da una misa donde anima a los caballeros: perdonan los pecados de los muertos. Finalmente, tras matar muchos moros, derrotan a Yucef. Todos regresan a Valencia donde el Cid se encuentra con su familia. Minaya y Pedro Bermúdez recuentan el motín y llevan como presente al Rey 200 caballos con sillas y espadas. El Rey esta muy satisfecho.Los Infantes de Carrión, quienes envidiaban a el Cid, deciden pedir al Rey el matrimonio con las hijas del Cid para ganar honra. El Rey dice que intentará hablarlo con el Cid. Después reúne a Minaya y a Per Vermúdoz para que comuniquen al Cid que le concede el perdón y que los infantes de Carrión quieren casarse con sus hijas. Regresan a Valencia donde el Cid los recibe y éstos le dan las noticias: el perdón y el casamiento. Al Cid no le parece bien pero como el Rey lo pide dará su consentimiento.

El Cid escribe al Rey una carta, en la que dice que la decisión que él escoja será la que se lleve a cabo; el Rey al recibirla anuncia que dentro de tres semanas se celebrará la reunión. El Cid que va a ver al Rey, manda a Salvadorez y a Garcíaz que cuiden Valencia donde deja a su familia. Al llegar el Cid es recibido por todos y hay un emotivo encuentro entre él y el Rey. Se reúnen con los infantes que se maravillan de él. A la mañana siguiente después de la misa, todos se reúnen, el Rey pide al Cid a Doña Elvira y a Doña Sol, el Cid accede y toda la corte se lo agradece. El Rey los casa aunque ellas no estén presentes. Da al Cid 300 marcos por la boda y éste los reparte entre la corte.El Cid no quiere entregar a sus hijas el mismo, así que le dice Minaya que haga de padrino de sus hijas y que se las entregue a los infantes de Carrión. El Cid y sus vasallos marchan a Valencia.El Cid llega al alcázar y les dice a su mujer e hijas que éstas están casadas. Sus hijas y Jimena están contentas. Pero él les dice que sólo lo ha hecho por que se lo ha pedido el rey, que él no quería casarlas.En Valencia todo se prepara para la boda comienzan los preparativos en el palacio. EL Cid y su esposa salen a recibir a los infantes de Carrión, después, el Cid le dice a Minaya que coja a sus hijas y que se las entregue a los infantes, éste lo hace y después todos se dirigen a Santa María, donde el sacerdote don Jerome las casa. después vuelven a Valencia y allí celebran el banquete por todo lo alto. Las bodas duraron 15 días.

Cantar de la Afrenta de Corpes.

Todos están reunidos y sentados, el Cid duerme y de repente su león se sale de la jaula y los infantes de Carrión se asustan y esconden,mientras que el Cid se despierta y consigue calmarlo. Los infantes de Carrión se sienten avergonzados por haber quedado en ridículo El rey Bucar de Marruecos quiere atacar Valencia. Durante la batalla, es el Cid quien mata al rey moro, dejando en ridículo a los infantes, quienes se habían asustado nada más empezar la batalla, aunque este no lo sabe. Felicita a sus yernos por sus supuestas hazañas, pero como piensan que el Cid sabe la verdad y se está riendo de ellos, deciden irse con sus esposas a Carrión y hacerlas pasar tanta vergüenza como ellos. Llegan a un campo, el Corpes, donde pasan la noche.

Al día siguiente los infantes dicen a todos que se adelanten que quieren estar a solas con sus esposas. Todos se van y los infantes les dicen a sus mujeres que se van a vengar de ellas por la deshonra del león. Ellas les ruegan que no lo hagan pero no les hacen caso, comienzan a pegarles hasta que casi las matan y las abandonan. Félez Muñoz sospecha de los infantes y va en busca de sus primas las encuentra tiradas en el campo las monta en su caballo y se las lleva a San Esteban. Cuando el Cid se entera manda a Minaya que vaya a por ellas. Minaya y sus primas salen de San Esteban hacia Valencia y el Cid los recibe y pide a Dios que se vuelvan a casar con más suerte.El Cid envía Muño Gustioz para que le diga al rey que quiere justicia y que siente haber casado a sus hijas con los infantes de Carrión. Cuando llega, el rey le dice que lo siente mucho.El rey convoca una corte en Toledo le da el mensaje a Muño Gustioz para que se lo dé al Cid. Allí se reunirán todos incluso los Infantes de Carrión. Los Infantes piden al rey que no celebre la corte, aunque finalmente así se hace, y se reúnen todos excepto el Cid que se retrasa.El Cid se prepara para ir a la corte, invita a sus sobrinos y a otros para que vayan con él, así hasta que son cien. Todos reciben al Cid gloriosamente y el rey abre la sesión. El Cid pide sus espadas y los infantes se las dan y, pide también el ajuar de la boda de sus hijas y se le concede. El Cid dice que la cosa no puede acabar ahí, que él le confió a sus hijas en Valencia y ellos las deshonraron. García Ordóñez se pone en pie y reta al Cid diciendo que los infantes son mejores que sus hijas, lo que es reconocido por los infantes. Más tarde, mensajeros de Navarra y Aragón piden a sus hijas en matrimonio para sus reyes, el Cid dice que de nuevo será el rey quien tome la decisión. Mientras tanto, Minaya reta a los infantes de Carrión, se fija el reto, el rey asiste pero el Cid vuelve a Valencia, y deja a Minaya, Antolínez y Muño Gustioz en manos del rey. García Ordóñez anima a luchar a los infantes y Alfonso lo hace con los vasallos del Cid. Pedro Vermúdez vence a Fernando, y Muño Gustioz vence a Asur González y los tres vasallos vuelven a Valencia y el Cid se alegra de verlos.Finalmente, las hijas del Cid se casan con los hijos de los reyes de Navarra y Aragón, este casamiento les da más honra que el anterior.

CONCLUSIÓN.

Finalmente, podemos decir, que contra la imagen legendaria, que lo retrata como un héroe hecho a sí mismo que asciende en la pirámide social gracias a su talento con las armas, el Cid se crió en el seno de una familia aristocrática, con un patrimonio notable y una estrecha relación con la familia real. Su padre fue Diego Laínez, un importante caballero de la época que acompañó a Fernando I en varias de sus batallas, entre ellas la de Atapuerca. Su madre, de nombre desconocido y apellido Rodríguez, era hija de Rodrigo Álvarez, primer conde de Asturias.

En cualquier caso, la historia de cualquier nación está poblada de manipulaciones y medias verdades que, en un determinado momento, contaminan la realidad de ficción y, paradójicamente, son tomadas por realidades incuestionables por la gran masa.

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